martes, 19 de junio de 2012

¿Elegimos equivocarnos por segunda vez?

Esta era mi exposición oral, es un tema del que llevo queriendo hablar durante mucho tiempo y ya que desafortunadamente, no voy a poder mostrarlo en clase delante de mis compañeros, lo expongo aquí con la esperanza de que alguien se tome la molestia de leerlo y consiga sacar algo bueno de ello.
Pretendo centrarme en las equivocaciones, en los errores que cometemos, por lo que quiero empezar diciendo que equivocarse es hacer algo debido a un descuido a un desconocimiento. Y yo quiero remarcar esto último, cuando tu desconoces algo, es fácil que te equivoques, todos somos humanos, y todos tenemos derecho a hacerlo, pero la forma de equivocarte por primera vez no es la misma que cuando te equivocas la segunda y la tercera vez, en la misma cosa o en el mismo asunto. Lo primero que considero importante nombrar, es que todo surge de probar algo nuevo, pero para saber, debes probar antes. Pensad en cuando éramos niños pequeños, una de las cosas que más deseas hacer cuando tienes esa edad, es aprender a montar en bicicleta, pero tú no eres consciente de si te vas  a caer, o de  si a la primera vas a conducirla perfectamente. Entonces, decides subirte, y resulta que caes, pero es algo normal y algunos no se asustan tanto como otros, en este caso, nos hemos podido equivocar, pero entonces a partir de eso, eres tú quien decides si seguir insistiendo hasta que aprendas aunque cometas el mismo error varias veces, y acabes en el suelo de nuevo. O imaginad un jardinero, es su primer día y debe cortar las rosas de un jardín, va decidido a arrancarlas con las manos y en el momento que hace esto, las espinas de la primera rosa que ha cogido se le clavan en la mano y esta empieza a sangrar. Esto es una equivocación, en ese momento desconocía que podía pincharse y herirse haciendo lo que ha hecho, pero a partir de lo ocurrido, en su mano está repetirlo o no, volverse a arañar o no, porque él es el que se pondrá un guante o usará unas tijeras para cortar esas flores que le hicieron daño antes, si no desea que vuelva a suceder lo mismo.
Lo que quiero decir, es que nosotros no elegimos equivocarnos una vez, no elegimos tropezarnos con una piedra mientras vamos paseando por un camino, pero si está en nuestra mano, y sí es una opción, volver a caer por segunda vez por culpa de esa misma piedra, aún sabiendo donde estaba. Unos toman la última opción y otros deciden esquivarla e irse a un lado. Hay quienes en un momento ya saben y dan por supuesto que en el instante en el que se les proponga otra oportunidad sobre algo en lo que ya hallan fallado antes, volverán a cometer el mismo error, y yo sinceramente, digo que en algún caso también lo he pensado, pero eso ya es decisión mía, es algo que tomo por mi cuenta, a partir de ahí no puedo culpar a nada ni a nadie, si ya sé lo que me puede deparar o esperar porque es algo por lo que he pasado anteriormente, conozco las consecuencias, los resultados y entonces a partir de ahí, yo ya no lo considero una equivocación, sino algo bastante distinto, que se llama opción.
Todos y cada uno de nosotros, tenemos un puzle personal, y como todos ya sabéis este está formado por piezas, bastantes normalmente, y yo quiero hacer referencia a que cada una de esas piezas, cada trozo, es una parte de nuestra vida, que nosotros tenemos que ir uniendo poco a poco, ir escogiendo la correcta en cada momento, pero no por eso quiero decir que no nos equivoquemos al montarlo, pues estoy segura de que todo el mundo, sin excepciones, siempre que ha intentado hacer un puzle ha escogido el fragmento erróneo, el que no encajaba y lo ha vuelto a dejar, claro que ya corre por su cuenta el volver a coger el mismo trozo e intentarlo colocar nuevamente en el mismo lugar, el cual ya sabía que no era el que le correspondía.
Con esto queda terminada una lección por así decirlo para aquellos que nunca se habían planteado nada relacionado con todo mi escrito o para aquellos que si lo hayan hecho pero que nunca hayan encontrado una solución convincente. Pero para acabar, me gustaría dejar este vídeo, que se basa en una reflexión sobre el aprendizaje de nuestra vida, bastante generalmente y que no va quizás muy concorde con mi dilema, pero que aún así se basa en todo lo que nos queda por aprender, en todo lo que nos tienen que enseñar y lo que tendremos que enseñar nosotros en un futuro, una lección, una enseñanza, cosa que he pretendido dar en cada una de mis entradas, desde la primera hasta la última.

       
          

¿NO DEPENDEMOS DE NADA?

 Esta pregunta es muy amplia, se puede mirar desde muchos puntos diferentes y seguro que desde cada uno, podemos obtener una solución o un resultado distinto al resto. Yo voy a interpretarlo de varias formas, pero finalmente me voy a acabar centrando en nosotros, en las personas, en la dependencia que tenemos sobre otros.
Quizás no siempre, pero en la mayoría de los casos, dependemos de algo, una persona en sí, depende del dinero, es algo que necesita para vivir, para comer, para sus necesidades. Un panadero depende de que la furgoneta que trae todas las barras de pan, las cuales son las que tiene que vender en la tienda, llegue a tiempo. Al igual que un ladrón depende de que no salten las alarmas en la casa que lleva planeando atracar durante mucho tiempo, o como un alumno depende de sus notas para optar a la universidad. En algún momento, en determinadas situaciones, tenemos que darnos cuenta de que tenemos dependencia de muchas cosas, que no te puedes valer siempre por ti solo sin ayuda de nada ni de nadie.
Aunque mi entrada va dirigida sobre todo a lo que voy a contaros a continuación, en que cuando se habla de depender de otra persona, no siempre se está queriendo decir, que depende de que le mantenga o de que esté a su lado porque si no, no puede vivir, a lo que me refiero es a algo más serio, pues en el mundo hay que aprender que para vivir, para sacar todo a adelante, no te vale con mantener tu orgullo y decir “yo no dependo de nadie”, ¿por qué? Porque todo el mundo pensaría lo mismo y porque la palabra; depender no tiene por qué ser mala, relacionándola con el tema que estoy tratando, se puede interpretar como algo hasta vital. Pues pararos a pensar en la cantidad de solteros que hay en el mundo, todos esperan su oportunidad, unos esperan ir hacia una determinada persona, y otros esperan que venga alguien hacia ellos. Me voy a centrar en los que esperan que venga alguien, que es la mayoría, a nadie le gusta ir detrás de nadie, a la gente le gusta más que se lo pongan todo en bandeja, que vayan hacia ellos sin tener que hacer nada por sí mismos, ni el mínimo esfuerzo, pero ahora sí, si todos fuésemos así, nadie en el mundo tendría pareja, todos estaríamos separados, pocos por no decir prácticamente nadie estarían juntos. Hay que darles las gracias a los que siempre deciden dar el paso, a aquellos valientes que se atreven y le echan valor para plantarse frente a aquella persona que quieren y decirle todo lo que sienten cómo se tiene que decir, como todos y cada uno de nosotros deberíamos hacer, porque sin ellos nada sería igual, no habría relaciones y por lo tanto no habría descendencia. Si por algo se caracteriza el ser humano es por el gran poder que tiene para amar a alguien y por la conciencia para mantener una relación verdadera, por eso no todas las personas son de las que esperan porque se dan cuenta que si todos esperáramos a alguien, si todos nos pasásemos el resto de nuestra vida mirando, sin hacer nada al respecto,  al final la especie se extinguiría, o seríamos como los animales, reproducción y nada más. Por lo tanto a veces tenemos que tragarnos el orgullo y dar el paso, porque el que algo quiere, algo le cuesta, porque el que no arriesga, no gana, porque el que no tiene el placer de amar, simplemente no se puede considerar persona.

lunes, 18 de junio de 2012

¿TÚ ELIGES OLVIDAR?

No somos conscientes de lo que significa tener una buena memoria, acordarse de las cosas, de datos, de recuerdos, de recados, de lo que sea, y cuando no se tiene es posible que se ocasionen considerables consecuencias, algunas más leves u otras hasta irreversibles.
Imaginad a una pareja, están acostumbrados a que cada día le toque a uno de los dos ir a por sus hijos al colegio, pero por casualidad, un día, uno de los dos no puede y le pide al otro que se encargue, que vaya en su lugar, y resulta que el que tiene que hacer ese favor, lo olvida, se le va de la cabeza, ¿cuál es el resultado?, que sus hijos se tengan que quedar solos, donde estén, esperando y esperando hasta que uno o ambos padres recuerde ir a por ellos y llevarlos de nuevo a casa. Y si no, pensad también en que un trabajador tiene una cita con una ejecutiva importante y tienen que tratar muchos temas, hablar sobre distintos negocios, en conclusión, es una reunión de la que dependerá su futuro, pero se descuida, y cuando se acuerda de la citación, ya han pasado dos horas, es tarde y corre el riesgo de haber perdido una de las grandes oportunidades que se le pueden presentar a la vida. Aunque lo que más sucede, volviendo al primer ejemplo, porque tiene relación con los hijos, con los niños y con los adolescentes, es que muchos padres por cuestiones de trabajo, o de otro negocio u ocupación, olvidan fechas importantes para sus hijos, el último partido de fútbol de la temporada, que marcará el avance del equipo del hijo mayor, o la actuación de ballet de la niña pequeña, que se sentiría más segura y tranquila si viera cómo sus padres están frente a ella animándola y apoyándola en todo lo que pueden. Pero no sólo olvidar es malo cuando tienes despistes u olvidos de cualquier tipo, también lo es porque olvidar, dejar atrás algo que en un pasado fue importante o que incluso lo sigue siendo actualmente, no te solucionará la vida, ¿por qué no dejarlo estar? En mi opinión, pocos son los que olvidan completamente y encima creo que en la mayoría de estos casos interviene algún tipo de enfermedad que hace reducir la memoria, porque las personas cuanto más intentan olvidar, más tienen presente aquello que quieren borrar por lo que resulta prácticamente imposible. Aparte muchos se creen que es algo que pueden elegir, como el pito pito golgorito, pero no es así, puedes tener la intención de dejar en el pasado algo, pero eso no te garantiza que lo vayas a conseguir, pues no es tarea fácil. Unos quieren olvidar desde una mala situación, un momento comprometido, hasta a su gran amor o gran amigo. Por eso lo que yo digo es, que por un lado cuidemos nuestros recuerdos, que no los borremos, que evitemos los descuidos y que ignoremos esos malos momentos que pasaron alguna vez, pero que no merecen ser recordados, así que ¿para qué vamos a darles esa importancia de tenerlos presentes? Olvidar, un verbo, siete letras, que no entraría en mi vocabulario, porque no lo veo ni útil, ni de mayor importancia, simplemente es una palabra que muchos usan en instantes extremos, en puntualizadas circunstancias, pero que pocos son capaces de llevar a cabo.

Os dejo este vídeo, trata sobre una historia entre un chico y una chica, habla sobre los recuerdos, sobre lo que no puede olvidar, o cómo yo lo entiendo, sobre lo que no quiere olvidar.



domingo, 17 de junio de 2012

¿Tanto cuesta escuchar?

Escuchar, algo tan simple como eso parece difícil de hacer, no nos damos cuenta de lo importante que es y  de que a veces una persona es lo único que necesita, un poco de atención, que sepa que ahí hay alguien capaz de prestarle su oído en el momento oportuno. Esto se está perdiendo, cada vez pasamos más cosas por alto y no hacemos lo más fácil de todo.
Una niña ha sacado muy buena nota en un examen que para ella era muy complicado, y quiere contárselo a su madre para que se sienta orgullosa de ella, para que sepa que se ha esforzado, pero ella no le presta atención, porque no tiene tiempo, porque está muy ocupada, porque se tiene que ir, y finalmente lo pasa por alto. ¿Y su hija qué? Le pide dos minutos para contarle algo importante por lo menos para ella, y su madre no cede si quiera. Un joven está enamorado de una chica, lo lleva en secreto porque tiene miedo al rechazo, a la opinión de los demás. Llega un momento que él solo no puede,  necesita contárselo a alguien, para que le dé un consejo  y lo ayude. Quiere decírselo a algún amigo, ya de por sí, tomar la decisión de hablarlo con un amigo no es fácil, pero aun así lo hace, elige a aquél  con el que más confianza tiene aunque ese miedo de que se pueda enterar alguien más sigue presente. Decide dar el paso, se lo cuenta, pero para su amigo no es igual de significativo que para él, y no se lo toma muy en serio, apenas lo escucha porque no quiere oír las típicas ``tonterías de un enamorado´´, lo que no se da cuenta es que  para el joven no eran unas simples estupideces,  era algo bastante importante, y necesitaba apoyo para saber qué hacer y elegir la mejor opción, pero finalmente pierde la oportunidad con la chica, todo le echa para atrás y no se atreve a decir nada, además el no tener a nadie con él le afecta más aún. Y también, por ejemplo una persona descubre algo, un objeto, una pista, acerca de algo sobre lo que se está investigando, un crimen, un asesinato, y cuando quiere mostrar a la gente lo que tiene, lo que ella sola ha sido capaz de encontrar, nadie la escucha, no recibe atención por ningún lado, siendo colaborar, lo único que pretende.  Esto, lo que provoca es que esa persona tenga ganas de echar por perdido lo que ha hallado, pues total a nadie parece importarle, pudiendo ser lo encontrado, la clave para resolver la investigación que están llevando a cabo.
Quiero haceros ver, de lo relevante que es escuchar a los demás, ya sea un segundo, un minuto o una hora. Es algo sin precio, no cuesta nada, y yo creo que a nadie le debe influir mucho dedicar algo de su tiempo a los demás, más que nada porque más tarde ellos pueden precisar lo mismo, una ayuda, un apoyo, alguien con quien poder hablar y que esté dispuesto a atender, ni siquiera a dar su opinión simplemente a estar ahí, a su lado, poniendo atención en cada palabra que sale de la boca del otro, aunque solo se deba a lo bien que se va a sentir la otra persona. Todos requerimos eso alguna vez, así que basta ya de hacer oídos sordos y aprendamos a escuchar, que todos merecemos un poco de atención en un momento de nuestras vidas, porque cada palabra de uno puede ser una ayuda, una salida, o hasta una solución para otro diferente.


Oír es precioso para el que escucha.

Escucha aún a los pequeños, porque nada es despreciable en ellos.

Lucio Anneo Séneca (2 AC-65) Filósofo latino.

miércoles, 13 de junio de 2012

¿NUESTROS ACTOS NOS DEFINEN?

Esta pregunta lleva estando en mi cabeza desde hace ya su tiempo, y hoy, al fin me he decidido a buscarle una respuesta, la más acertada, por lo menos para mí, que no tiene por qué corresponderse con la opinión de los demás. Voy a hablar sobre nuestros actos, acerca de cada una de nuestras acciones y de si éstas determinan a cada persona, sea quien sea.

Pensad en un jardinero, ¿por qué se le conoce, por cortar las plantas verdad? Pues claro, porque eso es lo que hace, al igual que un bombero es conocido por salvar vidas de un edificio en llamas o un camarero por repartir copas en las mesas de un bar. Cada cosa dicha anteriormente es una característica que se corresponde con la persona que la realiza, pero ahora dejando de hablar de profesiones, vamos a  ponernos en la piel de personas normales y corrientes. Hay quienes deciden ayudar a los más desfavorecidos y mandan cada mes, una bolsa o dos o tres, llenas de materiales que quizás a nosotros no nos sean muy útiles pero que para ellos signifiquen una facilidad de vida; bueno, pues esta persona será conocida como aquélla humilde y amable, dedicada simplemente a prestar auxilio cuando otros lo requieran. Es más de esto vienen algunos “motes”, éstos son nombres que se les da a las personas por sus hechos, por algo característico a ellos, siempre ha existido el ligón, que es el que se las lleva a todas, el tímido, al que le cuesta tener contacto con los demás, y muchos más parecidos a los anteriores. Por ejemplo, están aquellos que hacen cosas malas, si el que viola a una niña, y es metido en la cárcel, pero  finalmente consigue salir, ¿creéis que tendrá una buena fama, que hablarán bien de él? Pues no, o por lo menos en la mayoría de los casos, por el simple hecho de que lo que hizo es algo horrible, algo que no se pasa por alto así como así, esto es lo que marca a esa persona, es lo que nos dice a los demás cómo es, su forma de ser o actuar.

Por eso a lo que intento llegar con mi entrada es a que cada uno debemos de ser conscientes de lo que hacemos, porque sí, nuestros actos nos definen a la perfección, son el reflejo de nosotros mismos y en mi opinión pocas cosas pueden expresar tan bien cómo es cada uno. Considero que es algo a tener en cuenta, y si esto no se cumple, como siempre digo a cargar con las consecuencias que aparezcan en ese momento. Tus acciones te condicionan, forman parte de ti así que hazlas siempre lo mejor que puedas y como más orgulloso puedas estar de ellas, desde recoger un papel del suelo y meterlo en la papelera o desde repartir tus caramelos con tus amigos, o desde ayudar a tu hermano pequeño con sus deberes, hasta luchar por lo que quieres, hasta curar a un animal herido que esté abandonado o hasta regalarle un bocadillo a aquél que está pidiendo porque no le queda otra salida.



Una acción es la perfección y la publicación del pensamiento.

Ralph Waldo Emerson (Poeta, escritor y filósofo estadounidense).

miércoles, 23 de mayo de 2012

¿Hasta dónde somos capaces de aguantar?


A lo largo de nuestra existencia pasamos por situaciones prodigiosas, por momentos perfectos, ratos un tanto embarazosos o incluso, por instantes que no nos gustaría recordar de ningún modo. Y hay veces en las que salimos más triunfantes que en otras, mientras que hay ocasiones difíciles de manejar, en las cuales algunos llegamos a un punto en las que no podemos reprimirnos más.
Imaginemos a una persona que está dando un paseo por la calle, y de repente llega a un parque y oye gritos, se asoma, y ve como un hombre viola a una mujer, éste la ve también y le pone un cuchillo en el cuello amenazándola de muerte como comente algo de aquello con alguien. ¿Os imagináis el sentimiento de la mujer que acaba de ser advertida de forma tan violenta? Eso, esa imagen de un extraño a punto de quitarle la respiración y de un abuso injusto, permanecerá en su mente, quiera o no, por lo menos durante un tiempo, pero a lo que me refiero es que además de ello, tiene la responsabilidad de que no puede decir nada, por su bien. Aver puede hacerlo, pero no se sabe cómo acabaría el asunto si todo esto saliera a la luz.
O también, pensad en una chica que está enamorada de un chico, pero él no le corresponde, está con alguien, pero un día, debido a unos u otros motivos, hacen algo que no deben, se saltan lo correcto y se dejan llevar sin pensar en lo que vendrá después. Y tras lo ocurrido él le pide que lo mantenga en secreto, que calle eso que gritaría a los cuatro vientos por ser lo que deseaba que ocurriera desde hace largo tiempo. Entonces ella no lo acepta, no quiere silenciarlo, pero finalmente acaba cediendo a la petición del otro, comprometiéndose a guardar silencio y sufrir por dentro al no poder relatar nada.
Los dos casos anteriores son conocidos, para que negarlo, pero como ellos hay muchísimos más: cuando alguien ve copiar a otro y no sabe que hacer, si decirlo al profesor, callárselo o directamente hablar con él para que deje de hacerlo; cuando alguien quiere decir lo que piensa a todo el mundo, o lo que ha hecho o lo que sea de lo que se sienta orgulloso, pero de lo que lo privan, o cuando alguien quiere mostrar su rabia por algo, por insultos, por burlas, y quiere demostrar que sabe hacer algo más que quedarse quieto, pero también sabe que si se mete en una pelea, no acabará bien ni él, ni con quien la lleve acabo.
Lo que quiero hacer ver a la gente es que cada persona tiene un límite, un aguante, el cuál si se sobrepasa puede tener consecuencias irreversibles. A veces se les impone a cada uno una responsabilidad que pocos son capaces de sobrellevar, no porque sean más débiles, si no porque no somos de piedra, porque si nos dan, duele, al igual que si nos obligan a ocultar algo, y nos presionan por ello, esa impotencia que nos corre por dentro no siempre es capaz de permanecer en nuestro interior y no le queda otra que manifestarse, salir fuera y expresarse así sin más. Esto ocurre porque cada persona es como un globo, al igual que si tú lo hinchas demasiado, y le das más aire del que puede llegar a contener, explota, si alguien tiene que soportar demasiadas cosas, y guardárselo todo dentro, revienta.

(Federico Nietzsche, filósofo alemán).

sábado, 19 de mayo de 2012

¿Lo que fue todo se puede convertir en nada?

Hoy me gustaría hablar de eso, de esas cosas que en una parte de nuestra vida son todo lo que necesitamos, lo único que requerimos, y las cuales, pueden dar un giro de trescientos sesenta grados y convertirse en algo insignificante, no invisible del todo, pero sí de menor aprecio  para nosotros.
Todos hemos sido pequeños, hemos jugado y reído, y yo por lo menos he tenido mis juguetes, algunos mejores que otros, de mayor o menor importancia, pero ahí han estado. Recuerdo que a mis tres años de edad me regalaron un osito de peluche, no me separaba de él, le hablaba, lo abrazaba, él lo era todo para mí. Pero pasa el tiempo, y vas dejando cosas atrás, no voy a mentir, lo sigo teniendo, pero ya no es lo mismo, ya no necesito su compañía, tal y como la ansiaba antes. Los niños quizás no se desenganchaban de su coche preferido, al igual que las niñas de esa muñeca que bañaban y vestían día a día, pero conforme iban cumpliendo años, iban sustituyendo esos trastos, por otros nuevos, diferentes cada vez, y dándole a ese suplente la importancia del anterior. Esto sucede porque más tarde te encaprichas de otras cosas, las cuales a veces valoras más o menos, e incluso no solo de cosas, sino de personas, llegas a querer a alguien hasta tal punto que consideras que es lo único imprescindible en tu vida, y eso lo haces, porque en ese momento es lo que sientes, es lo que anhelas y con quien deseas estar, pero no puedes saber lo que eso durará. Conforme crecemos, apreciamos algo diferente a lo que valoraríamos si tuviésemos otra edad, quizás a la edad adulta, lo que más quieres es esa casa, tan perfecta, con piscina, con jardín y un trabajo cualificado, buen sueldo, lo típico que supuestamente te hace feliz, y entonces, estamos en la época en la que lo que soñábamos se cumple, tenemos todo lo que tanto tiempo hemos estado pidiendo y por fin nos sentimos satisfechos de haberlo conseguido. Pero a lo que quiero llegar yo, es a que si eso a lo que consideramos absoluto, puede dejar de serlo y difuminarse así como si nada. Que si ese preciado muñeco puede guardarse al fondo de un baúl y ser olvidado para siempre, o que si esa persona tan amada puede desaparecer y no volver nunca, o que si ese todo, esa vivienda tan extraordinaria, puede destruirse sin causarte ningún daño. Yo opino que lo que te marcó una vez, quedará grabado dentro de ti por el paso de los años. También es cierto, que lo que te hizo feliz lo recuerdas, algunos guardan ese recuerdo en un cajón el cual abren todas las noches antes de ir a dormir y otros se conforman con esconderlo profundamente, donde nadie lo encuentre, en su propio corazón. Que lo que fue todo ocupe el lugar de la nada, depende de muchas cosas, unas personas tienen la facilidad de olvidar, o de sustituir a unas personas por otras, unos objetos por unos diferentes, o ciertos lugares a cambio de otros más especiales, sin embargo hay quiénes no pueden, para los que les es verdaderamente complicado pasar página, porque no tienen la intención de abandonar aquello que en su día les hizo feliz, o que simplemente no quieren, no pretenden que se esfumen esas memorias, que quieran o no han formado parte de su vida, y han ocupado un lugar en ella.
Para terminar dejo un poema del famoso José Hierro, unos versos que pueden confundir a quienes los lean, por darle uno u otro significado, yo por ejemplo lo expongo aquí, porque me gusta, hace un juego de palabras, que para mí quieren decir que en un instante de nuestra vida, nos podemos parar a  pensar,  y dar una consideración distinta a esas cosas que quizás dos días atrás tenían un aprecio absolutamente contrario.

“Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.
Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!».
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!».
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.
No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)
Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.