Esta pregunta es muy amplia, se puede mirar desde muchos
puntos diferentes y seguro que desde cada uno, podemos obtener una solución o
un resultado distinto al resto. Yo voy a interpretarlo de varias formas, pero
finalmente me voy a acabar centrando en nosotros, en las personas, en la
dependencia que tenemos sobre otros.
Quizás no siempre, pero en la mayoría de los casos,
dependemos de algo, una persona en sí, depende del dinero, es algo que necesita
para vivir, para comer, para sus necesidades. Un panadero depende de que la
furgoneta que trae todas las barras de pan, las cuales son las que tiene que
vender en la tienda, llegue a tiempo. Al igual que un ladrón depende de que no
salten las alarmas en la casa que lleva planeando atracar durante mucho tiempo,
o como un alumno depende de sus notas para optar a la universidad. En algún
momento, en determinadas situaciones, tenemos que darnos cuenta de que tenemos
dependencia de muchas cosas, que no te puedes valer siempre por ti solo sin ayuda
de nada ni de nadie.
Aunque mi entrada va dirigida sobre todo a lo que voy a
contaros a continuación, en que cuando se habla de depender de otra persona, no
siempre se está queriendo decir, que depende de que le mantenga o de que esté a
su lado porque si no, no puede vivir, a lo que me refiero es a algo más serio,
pues en el mundo hay que aprender que para vivir, para sacar todo a adelante,
no te vale con mantener tu orgullo y decir “yo no dependo de nadie”, ¿por qué? Porque
todo el mundo pensaría lo mismo y porque la palabra; depender no tiene por qué
ser mala, relacionándola con el tema que estoy tratando, se puede interpretar
como algo hasta vital. Pues pararos a pensar en la cantidad de solteros que hay
en el mundo, todos esperan su oportunidad, unos esperan ir hacia una
determinada persona, y otros esperan que venga alguien hacia ellos. Me voy a
centrar en los que esperan que venga alguien, que es la mayoría, a nadie le
gusta ir detrás de nadie, a la gente le gusta más que se lo pongan todo en
bandeja, que vayan hacia ellos sin tener que hacer nada por sí mismos, ni el
mínimo esfuerzo, pero ahora sí, si todos fuésemos así, nadie en el mundo
tendría pareja, todos estaríamos separados, pocos por no decir prácticamente
nadie estarían juntos. Hay que darles las gracias a los que siempre deciden dar
el paso, a aquellos valientes que se atreven y le echan valor para plantarse
frente a aquella persona que quieren y decirle todo lo que sienten cómo se
tiene que decir, como todos y cada uno de nosotros deberíamos hacer, porque sin
ellos nada sería igual, no habría relaciones y por lo tanto no habría
descendencia. Si por algo se caracteriza el ser humano es por el gran poder que
tiene para amar a alguien y por la conciencia para mantener una relación verdadera,
por eso no todas las personas son de las que esperan porque se dan cuenta que
si todos esperáramos a alguien, si todos nos pasásemos el resto de nuestra vida
mirando, sin hacer nada al respecto, al
final la especie se extinguiría, o seríamos como los animales, reproducción y
nada más. Por lo tanto a veces tenemos que tragarnos el orgullo y dar el paso,
porque el que algo quiere, algo le cuesta, porque el que no arriesga, no gana,
porque el que no tiene el placer de amar, simplemente no se puede considerar
persona.
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