sábado, 28 de enero de 2012

¿Es imprescindible planear algo para que salga bien?

Nos pasamos toda la vida planeando cosas, encuadrando todo en una fecha, pensando hasta en el último detalle de algo sin siquiera haberlo empezado, y no nos damos cuenta de que hay veces en las que esto no es necesario, sino que lo que viene solo es lo que más esperábamos.
Un grupo de amigos decide salir el fin de semana, pero no saben qué hacer, y uno empieza a llamar a los demás diciéndoles que si hay algún plan, que sino no va a salir de su casa, porque total, para no hacer nada. Pero, ¿no creéis que esa pregunta sobra? ¿Qué pasa, que por no tener un objetivo concreto no te puedes divertir o pasártelo bien? Porque ¿quién te dice que no te vas a encontrar con esos viejos amigos del colegio y no vas a pasar una tarde inolvidable, o que dando una vuelta no vas a ver en el escaparate de tu tienda preferida esa sudadera que tanto te gusta a mitad de precio, o que simplemente no vais a disfrutar estando juntos porque a alguno se le ocurra un buen chiste o porque recuerde una cómica anécdota de cuando era pequeño?
Al igual que pasa en una cita, sino es el chico, es la chica, quien empieza a decirse a sí mismo, ¿de qué vamos a hablar?, ¿qué le gustará?, ¿al final le tendré que dar un beso?, y así, tonterías porque no son otra cosa, pues lo único que se necesita son las ganas, la intención de pasarlo bien un rato y dejarte llevar hasta que lo veas conveniente, que el tema de conversación no importa, porque hasta la charla más tonta puede resultar especial si está siendo utilizada por las personas adecuadas, que con el tiempo cada uno descubrirá más del otro y pocos creo que me discutan, que el mejor beso, es el que no se busca, el que surge de la nada, de la manera más inesperada y el que se da de corazón, esto únicamente es lo que lo hace perfecto, no se necesita un croquis de cómo ni de qué forma hacerlo, ni el día ni la hora exacta.
Recapacitemos sobre las veces en las que lo planeado ha salido mal, que no quiero decir siempre, ni mucho menos, pero sí que de lo espontáneo se puede sacar provecho. Porque, los mayores se pasan días decidiendo sobre el colegio al que irán sus hijos, cuando estos ni siquiera han empezado a hablar, sobre el color que tendrá el sofá del salón, sin siquiera haber diseñado su casa, o sobre qué es lo que van a cenar sin haber terminado la comida del medio día. Mi opinión es que los primeros tendrán que encargarse de la primera palabra de sus pequeños antes de acordar al sitio al que éstos irán cuando crezcan; porque ¿quién les dice que no vayan a necesitar más tiempo para prepararles para entrar a la escuela?, también, que los segundos van demasiado rápido; porque ¿quién les dice que cuando tengan su salón y tengan que elegir los muebles, no les gustará un sillón de piel precioso en vez del sofá que tenían en mente?, y que los últimos se podrían ahorrar esas memeces y centrarse en cosas más importantes, porque quizá lo que más les apetezca por la noche sea un sándwich de jamón y queso y nada más.
Lo que quiero decir es que no es preciso planificar absolutamente todo, hay asuntos que lo requieren, y sin embargo en ocasiones se puede prescindir de ello. Porque nunca sabes lo que puede venir u ocurrir de un momento a otro, ni si lo que suceda te va a obligar a cambiar esos proyectos a los que tanto te costó llegar.

La vida es aquello que te va sucediendo mientras estás ocupado haciendo otros planes.