martes, 1 de mayo de 2012

¿Quién es lo suficientemente importante como para decidir sobre la vida de otros?

Desde tiempos lejanos siempre se ha hablado de la libertad, de que es algo que todos tenemos por el mero hecho de nacer, a esto último yo haría una corrección, es algo que tenemos pero que en pocas ocasiones podemos utilizar, por unos u otros motivos o hasta por la culpa de unas u otras personas que se creen lo bastante primordiales para decidir sobre nosotros.
Antiguamente esto ya cobraba vida, los señores, pues así se les llamaba a esas personas adineradas que todo podían permitirse, utilizaban esclavos, decidían por ellos, les obligaban a cumplir sus antojos y esos siervos no elegían eso, era lo que les tocaba por el simple hecho de ser inferiores a ellos. Pero no, esto no es lo único, esto ocurre así con todo. Algunos se creen que puede dirigir a la gente a su gusto. ¿Qué hay de los campos de concentración? Esos sitios donde se encerraba a personas, aunque por el trato que se les daba, parecían no serlo. Donde todo era un juego, el cual terminaba con muertes, como si de fichas de un parchís se tratasen, ¿por qué? Porque siempre y esto es así, han existido diferentes tipos de gente, los que están por encima y los que siguen a estos. Hay a quienes se les arrebató todo y no se les dejó nada, pero pocos le dan la importancia que merece. Y lo peor es que quienes hacían lo anterior, se sentían satisfechos de ello. Otra injusticia de la vida, pasó acerca de los años sesenta, en Estados Unidos había una discriminación hacia las personas de color increíble, mientras que los que no eran así estaban en un pedestal, a los otros no se les permitía ni tocar esta plataforma. Hace poco ví una película, en la que pude contemplar como mujeres mayoritariamente se anteponían sobre aquellas mujeres de color, ya que éstas últimas trabajaban esencialmente como criadas en las casas de los ricos. Las sirvientas no poseían derecho ninguno, eran como un juguete con el que se podía jugar siempre que se quisiera, estaban bajo el mando de otros, y aunque eso no les desagradaba demasiado, sufrían como nadie, al intentar hacer las cosas lo mejor posible y no obtener nada a cambio. Pero no perdían todo, ganaban un corazón, el de los hijos y las hijas que cuidaban, pues por lo visto los padres nunca pasaban tiempo con ellos, y sus descendientes habían sido educados por otra persona, la cual era básicamente como una madre para ellos.
A lo que quiero llegar con esto es que antes y ahora sucede que hay una clara diferencia entre unas personas y otras, y lo malo es que cada vez más, unos se creen lo suficientemente mejores como para decidir que es lo mejor para otros sin nisiquiera saber la opinión de ellos.
Para terminar quiero exponer un artículo que encontré en el periódico EL PAÍS, que me llamó mucho la atención, claramente relacionado con todo este tema, y que trata sobre el aborto, un asunto muy discutido por todos, pero a lo que pocos encuentran una solución definida. Está escrito por una mujer que defiende sus derechos y a la que yo apoyaría si tuviera opción de hacerlo. El ensayo es el siguiente:

La frase que se dijo esta semana en el Senado- “La libertad de ser madres hace a las mujeres, mujeres”- merece todo el rechazo de lo que se entiende por auténtica libertad de la  mujer. Primero porque estamos hartas del paternalismo de los hombres y segundo porque la verdadera libertad es la que la mujer por ella misma decida sin ninguna coacción, ni por parte de los Gobiernos, ni de la Iglesia, ni de asociaciones antiabortistas. ¿Quiénes son ustedes para decidir sobre nuestra propia libertad?

Quiero que todos os deis cuenta de que nadie debería obligaros a hacer algo, no hay que darles el gusto para que piensen que importan más que el resto, es más desde mi punto de vista pueden ¿aconsejar? Bueno, algunas veces, pero ¿obligar? Nunca.

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